Crochet

El pequeño miraba al centro de la plaza con los ojos como platos. Apretaba con fuerza la mano de su padre mientras éste, insistente, tiraba de él en dirección contraria, impaciente, nervioso. Nadie creyó estar viendo lo que veía: dos muñecos de gomaespuma a puñetazo limpio. 

El padre suspiró y, con un par de zarandeos, convenció a su hijo para continuar el paseo por el centro de Madrid. "Vámonos" - le dijo -, "dejemos que sigan haciéndose cosquillas".  

Vicky

Sé que me quieres porque me buscas, porque has convertido mi regazo en tu cama y porque traduzco tu vibrante ronroneo como la muestra más evidente de que mi calor es el calor que necesitas.

Hoy estás tan cariñosa como ayer. Has venido a buscarme a la cama y con un ligero pero sonoro maullido me has dado los buenos días, hasta conseguir despertarme. Y mientras yo remoloneaba intentando alargar las primeras horas de esta mañana de domingo, has decidido apoyar todo tu cuerpo sobre el mío, por si encontrabas algo mullidito en lo que descansar. 

Ha sido una noche dura. Te quedaste sin pienso en medio de la madrugada y tu único consuelo parece ser que ha sido dormir sobre un cojín al que ya, después de tanto roce, hasta le han salido pelotillas. 

Me buscas, me persigues por el pasillo y te restriegas por mis piernas alzando tu rabo hacia el cielo. Es tu manera de hacerme ver que tu cuenco lleva vacío desde las 3. 

Y, sin calcular la distancia, decides de un salto hacer tuyo el sofá. Hoy es domingo, pensarás, puedo ser la dueña de este cómodo camastro.

Me he dado cuenta de que tu pelo brilla con la luz del sol, y de que puede que no sea el más bonito de la raza gatuna, pero me gusta, me gustas tú, y dentro de ti, esa manera tan curiosa de hacerme saber que, aunque no me lo digas, soy especial para ti.

Hoy duermes

¿Qué se esconde bajo tus párpados dormidos? Respiras como alimentándote del poco aire que ya queda puro en esta habitación, reviviendo a cada sorbo y soñando con seguir en ese estado. 

Tu pelo acaricia suavemente la almohada, como si flotara. Y hasta parece que sonríes, haces muecas con la boca, aprietas los labios besando algo imaginario y tu rostro acaba reflejando la paz de tu sueño. 

Hoy me he fijado en tus arrugas. Tienes más que ayer. Unos surcos que marcan que llevamos muchos años juntos, que son la traducción de muchas risas, que actúan como la letra impresa en tu cara. 

No despiertes aún, deja que siga disfrutando de tu sosiego.