tag:blogger.com,1999:blog-38642580125520466062024-03-06T04:29:00.825+01:00A tientas...Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.comBlogger73125tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-30052975899346192962017-02-03T10:55:00.001+01:002017-02-03T10:55:29.885+01:00Densa espera<p dir="ltr">Lleva dos horas pasando el tiempo mientras pasa las hojas. Casi no le presta atención a la historia que encierran las páginas, porque la espera se le hace más pesada que la novela que lee.</p>
<p dir="ltr">Intermitentemente, abre y cierra el libro y entre medias, observa a la gente de su alrededor. Muchos son abuelos, a quienes acaban de dilatarles las pupilas en la consulta del oftalmólogo. </p>
<p dir="ltr">Otras tantas, embarazadas que se acarician la barriga con la misma parsimonia con que van pasando los minutos...</p>
<p dir="ltr">Y la doctora que no llama.</p>
<p dir="ltr">Y el libro que sigue sin llamarle.</p>
<p dir="ltr">Y el teléfono que no suena.</p>
<p dir="ltr">Y la espera, que se le está haciendo eterna...</p>
Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-21605142374377651582016-11-25T07:59:00.001+01:002016-11-25T07:59:24.960+01:00Admiración<p dir="ltr">Admiro a los músicos que tocan el acordeón a la salida del metro desde las 7 de la mañana. Admiro a los violinistas que interpretan las Cuatro Estaciones en zapatillas de estar por casa. Admiro a los niños pequeños que madrugar para ir cada día al colegio y pierden y recuperan varias veces la ilusión por entrar en clase en el corto trayecto que separa sus casas de su próximo destino. Admiro a las madres que creen que no se están sacrificando, pero lo hacen. Admiro a los vagabundos que buscan cualquier hueco en el portal de un cajero para acomodar la que será su cama hasta que les echen de allí. Admiro a la gente de campo, que conoce su tierra, que reniega de las ciudades. Admiro a la gente de ciudad, que busca belleza entre el asfalto y la encuentra en cada pequeño detalle. Admiro a los artistas porque han luchado por hacerse entender. Admiro a los optimistas por ver todo siempre de colores y a los optimistas porque son capaces de encontrar negatividad hasta en la alegría.</p>
<p dir="ltr">Admiro a los serios y a los locuaces. Admiro las letras, porque puedes jugar con ellas.</p>
Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-19866892913904381942016-10-27T15:24:00.001+02:002016-10-27T15:24:17.721+02:00Sin ti, pero por supuesto contigo<p dir="ltr">Baja las escaleras mecánicas del metro oyendo al fondo la melodía de uno de esos cantautores que llenan de luz los pasillos de la estación de Alonso Martínez. A éste ya le ha escuchado varias veces y, sin embargo, parece que fuera la primera.</p>
<p dir="ltr">Sigue bajando pero decide pararse en uno de los escalones y dejar que la maquinaria le lleve solita hasta abajo, ahorrando energías y aprovechando para disfrutar de la canción. </p>
<p dir="ltr">Sabina está en todos los rincones. Todos se llenan...</p>
<p dir="ltr"><i>Porque una casa sin ti es una oficina </i><br>
<i>Un teléfono ardiendo en la cabina </i><br>
<i>Una palmera en el museo de cera </i><br>
<i>Un éxodo de oscuras golondrinas</i></p>
<p dir="ltr">Cierra los ojos y los acordes le recuerdan a él. Cómo le echa de menos en días como hoy, que sabe que está más lejos de lo habitual, pero que siente a su lado a cada rato.</p>
<p dir="ltr">Una sonrisa repentina le invade la cara. Porque le vienen a la mente todas las parejas viejas, todos los viejos que se quieren como adolescentes, que se querrán aunque ya no sigan aquí, aunque sólo se vean bajo el recuerdo de la almohada.</p>
<p dir="ltr">Los que empiezan a quererse, se quieren hoy y se querrán toda la vida.</p>
<p dir="ltr">Porque un amor así...Un amor así es por los que merece la pena enamorarse. Aunque sea una sola vez en la vida.</p>
Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-55434713472403408612016-04-22T23:14:00.000+02:002016-04-22T23:14:05.478+02:00MicrorrelatoLe vio. Tan azul, tan tierno, tan lleno de vida, tan jugoso, tan especial... Que decidió acercar su boca y comérselo.Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-79149470287227649402016-04-19T23:12:00.003+02:002016-04-19T23:12:47.004+02:00MicrorrelatoY es que estaba tan cansada, tan cansada...que decidió seguir adelante.Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-76313071711508073092016-01-26T07:51:00.001+01:002016-01-28T07:43:19.259+01:00Esos dos<p dir=ltr>Llegada la primavera, se les veía pasear por el parque cada día. Sorteaban las terrazas de los bares y siempre acababan entrando en la heladería que estaba en medio de todo el paseo. Un cucurucho de fresa para ella y una cucharilla de colores para él. </p>
<p dir=ltr>Era sabido en el barrio que ambos disfrutaban del sol, de los árboles y del permiso que el sanatorio les daba todas las tardes de 17:00 a 19:00. Pero preferían este parque al que se veía desde sus dependencias. Así podían mantener el anonimato.</p>
<p dir=ltr>Todos sabían que, con diferente grado, a cada uno le faltaba un hervor o un tornillo. Pero era bonito sentir en tercera persona cómo habían pasado de la simple caminata catártica al paseo de los mayores enamorados del reino.</p>
<p dir=ltr>Ella, fea como un dolor. Él, más bien achaparrado.</p>
<p dir=ltr>Se reían, hablaban, compartían helado, discutían y a veces hasta se besaban. Pero nunca se miraban a los ojos. Al parecer, era una de sus rarezas.</p>
<p dir=ltr>El verano les regalaba calor y les animaba a adentrarse en el parque para ver a los patos del estanque. Solo a veces, porque prácticamente cumplían a rajatabla los mismos pasos del mismo paseo de siempre.</p>
<p dir=ltr>Un día cambiaron de rutina y entraron en el mesón a pedir un vaso de agua. Nadie ha olvidado desde entonces la cara de sorpresa de él cuando vio que ella bebía el agua del grifo sin inmutarse siquiera. Se limpió sólo las comisuras de los labios con la punta de los dedos índice y le besó en la frente. Se marcharon sin hacer ruido, cogidos de la mano y mirando fíjamente al frente, como si la vista les empujara sin querer camino del sanatorio.</p>
<p dir=ltr>Desde que ese día volvieron, no regresaron más. Ni al paseo, ni a la heladería y mucho menos al mesón.</p>
<p dir=ltr>En el barrio se rumoreaba que al cerrar el sanatorio dieron de alta a todos los internos, pero tambièn hay quien afirma que ahora esos dos son asiduos de los paseos en autobús: dos paradas les dan para dos besos apenas robados. </p>
<p dir=ltr>No sé si el tiempo dará la razón, pero al menos, con estos dos, ha ayudado a avanzar algo.</p>
Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-60530537371041590002016-01-18T20:22:00.000+01:002016-01-18T20:22:15.178+01:00El tímido viaje de la hojaSe asoma tímidamente hacia afuera, divisando a qué distancia le queda el suelo desde la última rama del árbol en que se encuentra. Allí abajo, un lecho de hojas castañas y doradas la esperan como cada noviembre, marcando el paisaje otoñal de la avenida. Al más mínimo soplo, las acompañará y, quién sabe, quizá un niño la recoja y convierta en parte de un bonito mural sobre las estaciones para un trabajo del colegio.<br />
<br />
Se deshace del vínculo y, dibujando medias lunas sobre el aire, se lanza al asfalto. 'Es que quiero ser como ellas, estar como ellas', se dice mientras cae. Y ahí, acurrucada como las demás, poder descansar junto al resto de lanceoladas.Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-37918525421870758382016-01-11T18:15:00.002+01:002016-01-11T18:15:40.345+01:00Juntas, toda una vidaComenzaron comentando entre clase y clase los capítulos de La Aldea del Arce de la tarde anterior. Eras muchas las novedades ocurridas a la conejita Patty y al osito Bobby. Y así, entre canciones de infancia, entre osos amorosos, episodios de Barrio Sésamo y personajes como los Snorkels, los Picapiedra o Oliver y Benji, fueron afianzando una amistad que nació entre bolas de plastilina y cartulinas de colores y se selló para siempre el día en que los comentarios se redujeron a series como Cinco en Familia o Aquellos Maravillosos Años.<br />
<br />
Steve Urkel o el Príncipe de Bel Air comenzó a perfilar sus gustos en común por la comedia, diferenciando a cada una por el hecho de que a S le gustaba más el humor fácil y a la otra S le iba el análisis de ese humor que, al fin y al cabo, también le hacía gracia, para qué negarlo.<br />
<br />
Melrose Place y Beverly Hills 90210 las acompañaba tímidamente a una adolescencia que comenzaban a vivir de la mano.<br />
<br />
Hasta que Friends llegó a sus vidas como un tifón. A golpe de risas y de sketches, las obligaba cada tarde a salir rápido por la puerta del Instituto para llegar a cada una de sus casas y ver los últimos minutos de esos 15 que duraba cada episodio en Canal+. Luego, una llamada de teléfono que se prolongaba a lo largo de más de media hora, ponía el broche final a una divertida tarde.<br />
<br />
La entrada a la Universidad supuso su separación académica. Cada una por su lado, se esforzaba por recuperar capítulos no vistos, bromas mil veces comentadas y risas compartidas de esos seis amigos que vivían en la Gran Manzana.<br />
<br />
Hoy siguen charlando, siguen mezclando risotadas con ocurrencias vividas en sus respectivos trabajos, pero a nivel de series, cada una ha forjado su carácter y las diferencias son evidentes: mientras a S, la del humor facilón, comenzó a interesarle la Historia y se declara fan incondicional de series como Roma, Isabel o Cuéntame, la otra S prefiere Juego de Tronos.<br />
<br />
No olvidarán cómo aquél '¿Cómo va eso?' les mostró que no es tan complicado o idílico ser 'amigas para toda la vida' cuando gustos tan diferentes se dejan ver con la duración de una carcajada.Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-52057925063642991792015-05-27T19:00:00.000+02:002015-05-27T19:00:12.942+02:00La extraña huida de la vecinaDicen las malas lenguas que sucedió de la noche a la mañana: cogió todas sus pertenencias o, al menos, las que le cabían en una mochila Reebook que encontró de casualidad abriendo el armario de la entrada, metió la ropa que usaría en los dos días siguientes, un par de mudas para la niña, pañales por si acaso...y se largó.<br />
<br />
Algunas vecinas vieron por la mirilla de sus puertas cómo bajaba las escaleras mirando asustada hacia atrás.<br />
<br />
Ya en la última reunión de vecinos se acusó su ausencia e incluso en la votación para las próximas obras, se dieron cuenta de que voto era vital para sacar adelante el proyecto. Al final, ni voto, ni obras.<br />
<br />
En los tres rellanos anteriores a su casa, unas vecinas comentan que se mudó y que sigue viviendo en el barrio. Un rumor al que otras acuden raudas a desmentir, asegurando que donde se ha marchado ha sido a casa de sus padres.<br />
<br />
A su pareja, nadie ha vuelto a verle. Y aunque se dejaba notar poco por el vecindario, todo el mundo se ha acabado dando cuenta de que no es a él a quien echarán de menos por las tardes.<br />
<br />
Ayer, a otra vecina le pareció verla paseando por la calle principal, empujando el triciclo de su hija. Pero ni giró la cabeza, ni tuvo oportunidad de llamar su atención para poder ofrecerla un cortés saludo. Tal vez uno que pudiera sonsacarle algunas palabras y las razones por las que abandonó tan de improviso la casa.<br />
<br />
Así que el tema seguirá siendo un enigma en el vecindario, al menos hasta la próxima junta de vecinos, en que seguro vuelve a salir en la conversación, el tema de la extraña huida de la vecina.<br />
<br />
Y a falta de portero que rellene las horas muertas del cotilleo vespertino, ya está el buzón, cada día más repleto de correspondencia, que indica que en verdad, ya no vive nadie allí.<br />
<br />
<br />Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-63752954308177791272015-04-17T22:06:00.001+02:002015-04-17T22:06:14.353+02:00La parejaNo es extraño verles pasear por la calle Zurbano, como si fuera media tarde, a las 8 de la mañana. Cogidos de la mano, charlando, ella con gafas de sol y él, con la corbata nueva.<br />
<br />
Nadie apostó por ellos cuando presentaron al otro a la familia. Porque él era bajito y ella salía de tres relaciones fallidas. Ambos, sin hijos.<br />
<br />
Pero ellos creyeron y continuaron. Decidieron vivir y saborear cada paseo como si fuera el primero que daban. Cogidos de la mano, contándose lo que acaban de vivir juntos o lo que ya habían visto a la vez. Cualquier tema siempre es bueno para una conversación.<br />
<br />
La verdad es que ella parece mucho mayor que él. Sin embargo, nadie en el barrio lo asegura. Sólo comentan, con cierta envidia, lo bonito que es ver, cada mañana, a esa pareja de enamorados pasear. Aunque a donde vayan sea al trabajo.Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-88952546718562816602015-04-08T15:36:00.001+02:002015-04-08T15:36:10.526+02:00Palabra prohibida<p dir=ltr>Desde que pasó lo que pasó, pronunciar su nombre en aquella familia erizaba la piel de cuantos estuvieran en la sala. Su recuerdo sólo traía malos presagios e incluso hacía llegar a la memoria de los presentes los tristes momentos vividos junto a ella y el dolor que causó su marcha.</p>
<p dir=ltr>Las comparaciones salían a relucir cuando se regañaba a los más pequeños o se reprendía a los jóvenes por las salidas continuadas y las llegadas a deshora. Mejor ejemplo que ella no había para corregir las conductas indebidas.</p>
<p dir=ltr>De un día para otro, desaparecieron de los álbumes las fotos en las que ella salía. También aquellas otras en las que algún miembro de la familia aparecía en su compañía. Y en cuestión de meses, su recuerdo gráfico se hizo transparente.</p>
<p dir=ltr>Al no sustituir esos huecos con fotografías nuevas, los espacios intuían que ahí estuvo ella alguna vez. Y no eran pocos.</p>
<p dir=ltr>De vez en cuando, se evitaba mencionar también a sus hermanos y amigos. Y las conversaciones comenzaron a llenarse de silencios que no buscaban otra cosa que un sinónimo que hiciera referencia a ella y a los suyos.</p>
<p dir=ltr>Las abuelas movían la cabeza en señal de lamento. Porque, en verdad, fue mucho el dolor que provocó mientras sí existió su presencia.</p>
<p dir=ltr>Con el tiempo, esos espacios en blanco y esos silencios fueron mayoría. Estaba sin estar, por lo que su falta de presencia en la familia casi ensombrecía el resto. No estaba, pero estaba...y mucho </p>
<p dir=ltr>No la nombraban, pero sabían todos que todos habían pensado alguna vez en ella. <br>
<br>
Cada vez fueron más numerosos los silencios que las voces, hasta que un día su recuerdo apagó toda conversación en la casa. No la mencionaban por no causar más dolor, pero tampoco hablaban por no caer en ella o equivocarse y pronunciar por error su nombre.</p>
<p dir=ltr>Sin estar, consiguió callar a la familia. Al menos, ése había sido su triunfo.<br></p>
Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-18183702258691725852015-01-30T07:59:00.001+01:002016-01-07T17:46:49.046+01:00La moneda<div dir="ltr">
De manera telegráfica le vino a decir que se marchara. Fue un gesto rápido, pero preciso, de efecto instantáneo, pues ella se dirigió presta hacia su bolsa de deporte y salió del local sin hacer apenas ruido.</div>
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<br /></div>
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Mientras, él continuó limpiando la barra con la misma parsimonia de antes del vocerío, insistiendo más en las manchas de café que en las migas, levantando con repelús las copas de caña y los platillos del café, por si debajo de alguno estaba la moneda por la que esos dos habían iniciado la bronca.</div>
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<br /></div>
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Meneaba la bayeta sin demasiado garbo, pues sin querer, desde las primeras voces, sus ojos no podían dejar de mirar al abuelo de la boina, que fue el primero en pasar de los insultos a las manos, propinando a su contrincante la primera bofetada.</div>
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<br /></div>
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Del meneo, al otro se le cayeron hasta las gafas al suelo y, rotos los cristales y la poca dignidad que parecía haber sacado de casa ese día, rota también cualquier negociación a la que pudieran haber llegado.</div>
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<br /></div>
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El golpe resonó de punta a punta de la cafetería e hizo que los tres clientes que removían amargamente el café, salieran escopeteados por la puerta.</div>
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<br /></div>
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Los viejos se enzarzaron en una lucha cuerpo a cuerpo, diciéndose no sé qué y no sé cuantos e insultándose como si no hubiera un mañana. Y de las palabras, pasaron a los azotes y de estos... a la extenuación más absoluta. </div>
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<br /></div>
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"Si es que tenemos una edad, Manolo".</div>
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<br /></div>
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Y acto seguido, el de la boina recompuso su atavío, como si realmente estuviera frente al espejo del portal de su casa. Chaleco raso, cinturilla del pantalón bien subida... Metió su mano derecha en el bolsillo y sacó la moneda que al parecer había sido el motivo de la disputa. </div>
<div dir="ltr">
<br /></div>
<div dir="ltr">
"Manolo, que te he dicho que hoy pago yo".</div>
Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-57597126351715232222015-01-11T15:04:00.000+01:002015-01-11T15:04:51.779+01:00Sinceramente tuyo<div style="text-align: right;">
Madrid, 15 de abril de 2011</div>
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Hola, </div>
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Parece mentira, pero ya hace más de un año que desistí de aquella invitación nunca respondida. Aquel café ya se quedó frío, tal vez sobre la mesa de algún bar cercano, y mi esperanza de volver a verte, helada, perdida y desolada, porque no lo hice, porque no apareciste ni contestaste mi llamada. </div>
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<br /></div>
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Recuerdo que el tono sonó varias veces hasta que decidí colgar. Puede que fueran tres o cuatro...no lo recuerdo. Seguro que fueron más de dos. Mis nervios a flor de piel y mi mente pensando rauda una frase que decirte, sin sentido y sin espera de una respuesta igual de elaborada. </div>
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<br /></div>
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Después, varios mensajes al móvil, un mail, más llamadas. Nada.</div>
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<br /></div>
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Sólo me queda la esperanza de que unas letras escritas sobre un papel, este papel, te hagan ver que te echo de menos y que aquel café aún sigue estando entre mis planes para cualquier fin de semana que quieras o en que te apetezca compartir azucarillos, unas risas o simplemente un café con posos, de los de cafetera de bar. </div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdOicKg1IQBWsneFac-76SIb77_7SjHmD4X8i-_T8ONTB0tyM95DvFbr9wdJQIaLjnwAGIY034n1QQXcybmzlpmO20HbHjp7_6xKvJUGm54NWtmkgfEYnzrEf5x1i0J7dccThPdr_Tmc0V/s1600/carta.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdOicKg1IQBWsneFac-76SIb77_7SjHmD4X8i-_T8ONTB0tyM95DvFbr9wdJQIaLjnwAGIY034n1QQXcybmzlpmO20HbHjp7_6xKvJUGm54NWtmkgfEYnzrEf5x1i0J7dccThPdr_Tmc0V/s1600/carta.jpg" height="90" width="200" /></a>Porque nada ha cambiado desde entonces. Sigo entonando el <i>mea culpa </i> por no haber sabido educar a mi perro, por encontrarme solo cada vez que llego a casa y por gastar más de lo que puedo permitirme. Estos, ya sabes, son mis pecados confesables. Los otros, los demás, pensaba compartirlos contigo frente a un café solo...o con leche. </div>
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<br /></div>
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¿Sabes? Sigo en el paro. Continúo soñando con esa oportunidad que nunca me llega. He hecho algunos bocetos desde aquél que te dije que haría a todo color..., pero nada. Están escondidos en el cajón, junto a los retratos y los bodegones que le hice a mi madre. Como te decía, nada ha cambiado. </div>
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Sigo teniendo miedo a la página en blanco, al lienzo vacío, a las acuarelas que me amenazan entre color y color con no querer colorear nada. Y ni siquiera los carboncillos me ayudan. Puede que me haya quedado sin ideas. Sin ideas y sin ganas de esperar más ese café que me debes y no llega. </div>
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<br /></div>
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Sólo espero que estés bien. Al menos, más que yo. </div>
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<br /></div>
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Sinceramente tuyo. </div>
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<br /></div>
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Yo.</div>
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<br /></div>
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<br /></div>
Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-82719996284770563692014-12-12T08:05:00.001+01:002014-12-30T15:38:16.240+01:00Adornos<p dir=ltr>Desde el suelo, observa a su madre que acaba de subirse a un altillo para rescatar del fondo del armario una caja de cartón llena de trastos. Decide empezar a entretenerse con la cinta de espumillón dorado que se ha quedado solitaria en el pasillo. </p>
<p dir=ltr>Observa cómo, con suma delicadeza, su madre coloca pieza a pieza todas las figuritas del belén: los pastores, las ovejas, los puentes y las casitas, mientras él decide enroscarse el cuello con la cinta, a modo de bufanda.</p>
<p dir=ltr>Terminado el pequeño poblado, con su mugso y su pesebre, su madre ha regresado al armario a por una caja de cartón del tamaño de su hermano mayor. De una bolsa de tela marrón, saca tres bolas. Brillan. Están prendidas de un hilo y desde ahí, tal como hace su madre, quedarán todas colgadas de cada una de las ramitas de ese abeto verde que ahora ocupa la mitad de su salón.</p>
<p dir=ltr>Le gusta acercar sus dedos a la purpurina que va soltando sobre el suelo una de las bolas doradas del árbol. </p>
<p dir=ltr>En un momento, el árbol ha quedado adornado con bolas de mil colores, una estrella dorada en lo alto y unas cuantas tiras llenas de lucecitas de muchas tonalidades diferentes. </p>
<p dir=ltr>- Mamá, ¿nosotros somos más de árbol o de belén? -, le pregunta el pequeño, sorprendido de que en un momento se haya transformado su casa.</p>
<p dir=ltr>- De las dos cosas, hijo. De las dos cosas -, le responde la madre, que le mira con tristeza, intentando mantener la alegría en unas fechas que parecen haber abandonado la sinceridad hace ya muchos años.</p>
<p dir=ltr>Feliz Navidad</p>
Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-86216939447863999582014-12-12T07:55:00.001+01:002014-12-12T07:59:34.945+01:00Viajeros al tren<p dir=ltr>El metro de Madrid y sus gentes son un abanico de muestras de lo que uno se puede encontrar en la sociedad. Hay personas amables que, al entrar saludan bien con la cabeza, bien de palabra, al taquillero que impaciente mira el reloj cada cinco minutos por ver si ha llegado ya su hora de salida. Los hay que no saludan y lo miran con recelo, no se sabe bien si envidiando su calmado trabajo o anhelando poder custodiar, como él, la entrada a partir de los tornos al interior de la ciudad.</p>
<p dir=ltr>También hay otros que pasan cabizbajos, con prisa, con sueño...y no saludan.</p>
<p dir=ltr>Y si llegados al andén, el suburbano emite el pitido que indica que se cerrarán de inmediato sus puertas, encuentras caras sonrientes de aquellos que corren y saben que llegarán a entrar, también están los que ni siquiera corren y sólo divisan con la mirada el cartel de neón que indica cuánto tardará el siguiente, o los que ya por correr, se desesperan.</p>
<p dir=ltr>Dentro del vagón aguardan aquellos otros que sí entraron, o los que venían de otra estación. Los hay que leen, los hay que observan a los que afuera corren para llegar a entrar, y hay también los que como yo, observan las jugadas del resto esperando encontrar la inspiración para escribir un relato sobre el metro y sus viajeros.</p>
Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-54730325107375130442014-11-29T23:08:00.000+01:002014-11-29T23:08:48.389+01:00Madrid<div dir="ltr">
Madrid es olor a cesped mojado en el parque en primavera; adoquines sueltos al pasar con prisas; socavón. Es cartel de "prohibido el paso. Obreros trabajando"; es metro, y luminosos anunciando que el siguiente, se retrasará "por incidencia en la línea". </div>
<div dir="ltr">
Madrid es claxon; semáforo que se torna ámbar y coches que, en fila, esperan su turno para continuar la marcha. </div>
<div dir="ltr">
Es gente, es mil razas, mil caras y mil identidades desconocidas. Es pasear por el rastro sorteando los puestecillos de Ribera de Curtidores; es organillo; bocadillo de calamares en la Plaza Mayor. Es patatas bravas y cerveza Mahou. Es el Mercado de San Miguel y sus coloridos escaparates repletos de hortalizas. Es Iglesia de San Nicolás y La Almudena vista de lejos desde un callejón.</div>
<div dir="ltr">
Es Cortylandia y chocolate en San Ginés. Es churros y porras en el desayuno y patatas fritas a media tarde, cuando va cayendo el sol y las turbias aguas del Manzanares abrazan pequeños destellos plateados que lo hacen brillar.</div>
<div dir="ltr">
Madrid es calor en verano y frío seco en invierno. Es prisas; perderse, plano en mano, por las tantas líneas del suburbano. Es risa. Es pradera de San Isidro, romería en Las Vistillas y traje de chulapa. Chotis. Zarzuela. </div>
<div dir="ltr">
Es Museo de Prado en la línea 34 de autobús. Madrid es Retiro, y Casa de Campo. Es Zoológico. Ilusión de un niño que ve los delfines por primera vez. Madrid es Feria del Libro y la ilusión de una dedicatoria en la hoja en blanco que precede al prólogo.</div>
<div dir="ltr">
Es Gran Vía; Plaza de la Villa y Campanadas en Sol, que resuenan a través de millones de televisores cuando lo que vibra, en realidad, es la emoción de la gente por sumar un año más a su haber.</div>
<div dir="ltr">
Pero también es Sierra, río, campo, camino, Denominación de Orogen. Aunque dispersa, Madrid es raíz, es Historia e identidad por encima de la impersonalidad con la que tratan de embadurnarla algunos..</div>
Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-65925604891987061142014-11-18T07:47:00.001+01:002014-11-18T08:23:30.243+01:00Después de tantos años<p dir=ltr>Google le arrojó un nuevo resultado a su búsqueda. De entre las 10.000 apariciones encontradas, allí volvía a estar ella. Tan seria, tan pelirroja, con esa mirada tan llena de vida, tan...ella.</p>
<p dir=ltr>Llevaba meses tecleando las mismas palabras en el buscador para poder encontrarla. Y aunque la primera vez fue por pura casualidad, había de reconocer que las sucesivas, habían sido totalmente premeditadas. </p>
<p dir=ltr>Aún recordaba cómo, la primera vez que vio su foto parpadear en la pantalla del ordenador, un escalofrío recorrió su cuerpo. Sus recuerdos le llevaron a los años de internado, a los tiempos de pupitre, lapicero y goma de borrar. Años en en que la distancia entre ellos eran apenas un par de baldosas o tres. </p>
<p dir=ltr>Hoy les separa algo más.</p>
<p dir=ltr>Quién sabe, tal vez una llamada al teléfono que aparece de la empresa en la que se supone trabaja, le saque de dudas. ¿Le habrá cambiado mucho la voz?,¿seguirá dibujando las eses con el tono? ¡Qué caprichosa es la imaginación! No tiene remedio, está seguro de que seguirá siendo perfecta.</p>
<p dir=ltr>Medio día y cinco búsquedas después, se decide a marcar y pregunta por ella. </p>
<p dir=ltr>La música de espera le impacienta. No te pongas nervioso, se dice, mientras siente que no puede parar de mover los pies y de repiquetear los dedos de la mano izquierda contra la mesa.</p>
<p dir=ltr>- ¿Hola? - responde una voz al otro lado de la línea. </p>
<p dir=ltr>Sin duda sigue siendo tan...ella. Tiene la voz aterciopelada y el tono suave. Es ella. Google no miente. Es ella. </p>
<p dir=ltr>- Hola - le responde, no sin antes sentir que una palabra tan corta, de apenas cuatro letras, se le antoje tan complicada y le empuje al borde del tartamudeo.</p>
<p dir=ltr>- Seguramente no te acuerdes de mí, estudiamos juntos hace muchos años... </p>
<p dir=ltr>Y así, prosigue una conversación que apenas durará un par de minutos más y que le ha proporcionado una cita para tomar un café la semana que viene.</p>
<p dir=ltr>Él aún no lo sabe, pero ese día tropezará cuatro veces con el perchero de su recibidor antes de salir de casa, se equivocará de salida en el metro y el no encontrar a la primera la calle en la que han quedado, le obligará a utilizar la aplicación del 'Navegador' del móvil, avergonzado ante los transeúntes que lo ven sudar de angustia en pleno enero. </p>
<p dir=ltr>Tomarán ese café y se preguntará después por qué no la buscó antes. De ese modo, el encuentro hubiera sido más pronto.</p>
<p dir=ltr>"Ahora -se dirá- con tal de verla, la espera, ha merecido la pena". </p>
Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-46091051490201141652014-07-17T07:45:00.001+02:002014-07-17T07:59:16.886+02:00Agustín<p dir=ltr>No podía decirse que Agustín fuera una persona sigilosa. Le gustaba el ruido y le gustaba oírse. Cuanto más alto, mejor. </p>
<p dir=ltr>Por eso cada mañana, después de comprarse un café con leche para llevar del Café&Té de la Plaza de Chamberí, se sentaba al borde del escaparate de la Unión Mutual Aseguradora, en el escalón que da a la Calle Santa Engracia. Siempre en el mismo lugar, mirando al mismo lado. Y comenzaba a dar los buenos días a los viandantes. Alto. Fuerte. Decidido. Hasta conseguir una sonrisa o, aún más, una respuesta.</p>
<p dir=ltr>Unos le miraban con pena. "Le falta un tornillo", pensarían otros. Algunos incluso le respondían. Estos últimos eran los más. Los que luego en la oficina comentaban lo simpático del saludo mañanero "del que se pone en lo de los seguros". </p>
<p dir=ltr>Hasta que un día dejó de hacerlo.</p>
<p dir=ltr>Pasó una semana desde el último 'Buenos días' hasta que me enteré de que la víctima el atropello del cruce de Luchana tenía nombre. </p>
<p dir=ltr>Desde entonces, se echa de menos a Agustín y su saludo mañanero. Se echa de menos la provocación a tener que responder al "¿O no, señorita?". Se echa de menos la sonrisa que sale al ver cómo algunos se asustan al tener que dejar de ser transparentes camino del trabajo. </p>
<p dir=ltr>Al fin y al cabo, es lo que tiene Madrid: todo el mundo es anónimo hasta que ocurre una desgracia.</p>
Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-24489940592914497712014-07-16T07:45:00.001+02:002014-11-19T18:48:04.653+01:00Felpa<p dir=ltr>Tocaba el violín en zapatillas de andar por casa porque pensaba que era la mejor forma de inspirarse y que las notas le salieran derechas. Tocaba sentado en una sillita de camping, unas veces con y otras sin calcetines; con una camiseta vieja y los pantalones de chándal. No quería dar pena, y realmente lo conseguía. Quería atrapar miradas, que su música arrancase sonrisas a los viajeros que, de mañana en mañana escalaban las mecánicas intentando robarle minutos al reloj para no llegar tarde al trabajo. </p>
<p dir=ltr>Y lo conseguía. </p>
<p dir=ltr>Desde que pasó el casting de músicos del Ayuntamiento, pudo hacerse con un sitio fijo en la estación de Alonso Martinez, en un lugar a medio camino de la salida de la línea 10 y la entrada a la 4.</p>
<p dir=ltr>Postrado en su sillita plegable, anunciaba las 'en punto' y las 'y media' a golpe de Radetzky, entonando a Mozart y otras veces interpretando las cuatro estaciones de Vivaldi y El cascanueces de Tchaikovsky. Todas seguidas, que es como mejor entiende la gente cada pieza.</p>
<p dir=ltr>Y él era feliz durante las cuatro horas en que tocaba. Feliz viendo sonreir a la gente. Feliz por poder dar pequeños conciertos en zapatillas de felpa.</p>
<p dir=ltr>Al fin y al cabo, pensaba, ¿quién no puede disfrutar de la música en ropa de andar por casa? El buen público puede encontrarse en cualquier lado.</p>
Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-5976709380595766612014-06-17T21:35:00.001+02:002014-06-17T22:06:53.767+02:00Con prisa o sin prisa, se llega al mismo lado<p dir=ltr>Cada mañana sabía cuántos minutos se retrasaría en llegar al trabajo según cuánto esperaba frente al paso de cebra. Si el semáforo acababa de cambiar a rojo, tal vez no llegara al andén antes de y media. Por eso cruzaba sin esperar. Cruzaba corriendo o a paso muy ligero, por medio de la carretera, sorteando charcos en invierno y buscando las pocas sombras que regalaban en verano los chopos a los vecinos del barrio.</p>
<p dir=ltr>No lo podía remediar. Con el tiempo, le acabaron gustando las prisas, le cogió gusto a ir corriendo a todos los lados. La mayoría de las veces por gusto a la impuntualidad, todo sea dicho. Le gustaba sentir en el estómago las cosquillitas que le provocaban el pensar que llegaba tarde. Y sobre todo tenía claro que prefería que le esperaran, a esperar. No había nacido para ser el que aguarda.</p>
<p dir=ltr>Tampoco se ponía reloj. Consideraba que era como llevar una cadena atada al cuerpo, la del tiempo. Le gustaba más calcular los minutos y las horas según el metro, las tiendas, los semáforos, el telediario... Así se creía más libre. Se creía dueño de su tiempo. </p>
<p dir=ltr>Y así, con esa seguridad, decidió un día hacer un experimento: esperaría...</p>
<p dir=ltr>Y esperó... Abrió los ojos cinco minutos antes de que sonara el despertador. Se vistió, desayunó y se lavó los dientes con prisa inhabitual. Bajó las escaleras de dos en dos y al llegar al cruce esperó a que el semáforo cambiase a verde. </p>
<p dir=ltr>Al llegar al andén, esperó los 7 minutos que tardaría en llegar el próximo metro. Y después de recorrer la media hora que duraba el trayecto al trabajo, esperó frente a la puerta lo que para él fue toda una eternidad. Cinco minutos después entró en la oficina con la sensación de haber hecho la buena obra del día consigo mismo: se había regalado un poco de orden. Y se dio cuenta de que de un modo u otro, al final las prisas nunca son buenas.</p>
Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-84129897638254349002014-03-01T00:30:00.003+01:002014-03-01T00:30:49.825+01:00CartonesY de repente el barrio se llenó de cartones, de gente que se resguardaba dentro de las cabinas que dan entrada a los bancos, refugiándose dentro y cuidándose de no pasar más tiempo a la intemperie aguantando el frío de febrero en Madrid.<br />
<br />
De repente los cartones desaparecieron de al lado de los contenedores amarillos, desaparecieron del borde de las aceras, desaparecieron de todos los lados.<br />
<br />
Y la lluvia quiso quedarse en la ciudad, a sabiendas de que no existían materiales que la absorbieran, a sabiendas de que empaparía cada baldosa, los adoquines, los pasos de cebra y hasta la hierba de los parques, que más mustia que verde, resistía los empaques del invierno.<br />
<br />
Y de repente, el barrio se volvió oscuro, se llenó de gente sin casa, que convertía los pórticos en hogar y los cubos de basura en baúles repletos de sorpresas por descubrir.<br />
<br />
<br />Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-64229354585782752512013-11-15T20:49:00.000+01:002013-11-15T20:49:00.498+01:00Un encuentro inesperado<br />
<div style="text-align: justify;">
Si se lo hubieran dicho hace unos meses, o unas semanas, o incluso unos pocos días, seguramente no se lo hubiera creído. Tenía tan en la cabeza que ya estaba todo perdido que ni en sus mayores deseos se hubiera imaginado que a las siete de la tarde del sábado recibiría una llamada gracias a la cual recuperaría una relación perdida hace más de 40 años.</div>
<br />
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<br /></div>
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El color de su cara pasó del rojo al blanco en cuestión de segundos y su expresión, de la calma más absoluta a la sorpresa. ¿Cómo habría conseguido su teléfono móvil? </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El temblor de sus manos, contagiado inmediatamente a su voz, pronto dejó paso a la emoción, a las lágrimas, al hipo...Era ella. Ella, 40 años más vieja pero cuatro décadas más ajada, más sabia y más tierna. Que recordaba su niñez como si todos los episodios del relato hubieran transcurrido ayer por la tarde. Que guardaba las marcas de los tortazos en su rostro por defenderle de sus chiquilladas como tesoros que habían ido ganando en valor con el paso del tiempo. Porque al fin y al cabo 40 años no son nada cuando se trata de volver a encontrarse.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y como si de una tormenta se tratara, la calma reinó el salón de la casa de su hija a medida que las palabras fueron saliendo de su boca, cada vez más sosegadas, cada vez más aterciopeladas, con cariño. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpRiweS1qNt3EjceupAfRqDgOP4-b7tKbDX6wVZtKhUOvSpsw05RnI9vnA_ZWPpz0UsCNmI0k3UnYhquZFVpFABNOJt7Cj4wg-q6UMIsqjJkCRLz5GbZREOGIwhi_Pf5OK7tPvmAQPDcsR/s1600/Tastiera.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="208" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpRiweS1qNt3EjceupAfRqDgOP4-b7tKbDX6wVZtKhUOvSpsw05RnI9vnA_ZWPpz0UsCNmI0k3UnYhquZFVpFABNOJt7Cj4wg-q6UMIsqjJkCRLz5GbZREOGIwhi_Pf5OK7tPvmAQPDcsR/s320/Tastiera.jpg" width="320" /></a>Tomó lápiz y papel y con intención de mandarle una carta para contarle qué había sido de su vida todos estos años, presentarle a su familia con instantáneas de papel y, de paso, felicitarle la Navidad, se dispuso a apuntar su dirección: Rúa 25 de abril, en Vilanova de Gaia. Ella prefirió pedirle su E-mail, más rápido, más efectivo. Con ello ganarían inmediatez. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La noche siguiente puso la alarma a las 22:00 horas para encender el ordenador, a tientas, y conectarse al chat de Facebook. Sin pretenderlo, aquella llamada le había abierto las puertas a la reconciliación con buena parte de su pasado. Y a la vez, la dilatada conversación al teléfono, le había animado a coquetear con el PC, aquél aparato que parecía criar polvo en la habitación cada vez que su hijo salía de casa. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
A partir de entonces espera con impaciencia la llamada del reloj. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Parece mentira, pero teclear cada noche, letra a letra, todas las sensaciones que le ha provocado el reencuentro, le está ayudando a mirar con otros ojos el futuro. </div>
Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-30638100837136375462013-10-17T22:12:00.001+02:002013-10-17T22:12:10.870+02:00Minuto 1<div style="text-align: justify;">
Una bocanada de aire marca el minuto uno para el comienzo de una nueva vida. Desde fuera, caras de felicidad y de ánimo ayudan a dar los últimos empujones que permitirán poner a cero todos los contadores. Un llanto, sin más lágrimas que las que salen por parte de los que presencian la escena, alivia la tensión acumulada durante horas de espera. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Cansancio, emoción, tensión y nervios se unen para construir una nueva burbuja creada cuyas paredes están formadas simplemente por rayos de felicidad y reflejos de toda la emoción contenida. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ya estás aquí, temblando, proyectando bajo tus berridos la alegría de tus padres, abrazándote a la vida con toda la fuerza que tu pequeño y frágil cuerpo puede acaparar. Eres pequeña, pero lo suficientemente grande para no caber en el espectro óptico de quienes te observan dudando entre abrazarte hasta la extenuación o dejarte evolucionar a tu particular ritmo, el ritmo de los novatos, en el que un minuto no tiene sesenta segundos sino todo el tiempo que de repente ha puesto frente a ti la eternidad.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Localizas un punto al que agarrarte con la boca, y te enganchas a la vida, sin llantos, sin nervios, con toda la naturalidad que tu diminuto cuerpo es capaz de sobrellevar.<br />
<br />
Y regalas pucheros y movimientos de boca que parecen marcar ya una temprana sonrisa, derrochando energía, inocencia y una enorme pureza, tan inmensa que consigue transformar todo el miedo de la novedad en ternura e instinto protector.<br />
<br />
Te mueves, te mueves mucho. Lloriqueas y abres los ojos buscando algo que probablemente ni siquiera veas.<br />
<br />
A continuación, una promesa, la de cuidarte hasta que te canses de que te cuiden inunda el minuto dos, el que sigue al del principio de todo, y que crecerá a medida que vayan pasando los microsegundos de esta vida que acabas de iniciar. </div>
Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-46522928316872598412013-08-10T18:10:00.000+02:002013-08-10T18:10:08.452+02:00La historia de los Salazar, parte I<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;">Sus manos
recorren una a una todas las esquinas de las fotografías del álbum. Le gusta
tocar los pliegues que se forman, cada una de las capitas que aparecen cuando
se “deshilacha” el papel. Y las mira con nostalgia, encajando esos momentos en
las tantas lagunas que ha formado en su cabeza el paso del tiempo.</span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1mqpUNMUKG6tExSJAOAAYfWsV_-0bNjXSNdrXU3P25SCtK5jdZCtEgsjzL-zDSqVvWxdFiu107b84j_z1eYh2nFcAjbDZ6-LDUsaB_5TIG2NDMLpY8qpffscMUUrQVHtDTi83S3_i94Lb/s1600/lisboa.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1mqpUNMUKG6tExSJAOAAYfWsV_-0bNjXSNdrXU3P25SCtK5jdZCtEgsjzL-zDSqVvWxdFiu107b84j_z1eYh2nFcAjbDZ6-LDUsaB_5TIG2NDMLpY8qpffscMUUrQVHtDTi83S3_i94Lb/s1600/lisboa.jpg" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Angola,
Zaire, Sudáfrica, Lisboa, Sagres o Madrid… Muchos lugares y numerosos momentos
que van apareciendo con cuentagotas en su memoria y que le sirven para ir
completando el puzzle en el que se ha convertido su pasado. ¿Cómo relatar cada
recuerdo?, ¿cómo darle un sentido lineal a todo lo que ha vivido? Porque no hay
nada escrito, nada que acredite siquiera su nacimiento en la Lisboa de 1956 o
que demuestre de forma física que viajó y viajó, que recorrió un sinfín de
lugares sin saber dónde depararía su periplo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Hace unos
años, ordenando la colección de pipas que su padre le dejó en su haber, pensó
que tal vez nada ocurrió como recordaba. Porque por no recordar ya casi no se
acuerda de cómo se dicen ciertas palabras en portugués, ha perdido la
costumbre, la rapidez y la soltura de hablar en su idioma materno, por mucho
que haga vagos intentos mientras suma los resultados de las partidas de dados
de los domingos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";">...Continuará...</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span></div>
Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3864258012552046606.post-19164899614638412502013-07-30T20:55:00.003+02:002013-07-30T20:58:13.458+02:00Bostezos<div style="text-align: justify;">
Diez minutos es lo que suele tardar desde que sale del portal hasta que coge el primer tramo de las escaleras del metro. Y en ese ligero paseo consigue saborear el poco aire fresco que corre en estas mañanas de julio en Madrid. Observa cada ventana abierta, las dos o tres caras que a estas horas de la mañana se asoman tras el cristal abriendo la boca como si suspiraran, aunque en realidad boquean, se desperezan, se despiden del entumecimiento que produce dormir. A esas horas, los empleados de Correos se encaminan hacia su oficina o los conductores que pasan apresurados por el cruce hasta el puente, disimulan ante el retrovisor haber bostezado por cuarta vez desde que arrancaron el coche. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Esos paseos le hacen feliz. Y, como los gatos cuando expresan satisfacción, bosteza, se tapa la boca con la mano y encara el viaje en metro hasta el trabajo como si fuera el primer día. </div>
<br />
<br />Susana CPhttp://www.blogger.com/profile/03992930879576395497noreply@blogger.com0