Densa espera

Lleva dos horas pasando el tiempo mientras pasa las hojas. Casi no le presta atención a la historia que encierran las páginas, porque la espera se le hace más pesada que la novela que lee.

Intermitentemente, abre y cierra el libro y entre medias, observa a la gente de su alrededor. Muchos son abuelos, a quienes acaban de dilatarles las pupilas en la consulta del oftalmólogo.

Otras tantas, embarazadas que se acarician la barriga con la misma parsimonia con que van pasando los minutos...

Y la doctora que no llama.

Y el libro que sigue sin llamarle.

Y el teléfono que no suena.

Y la espera, que se le está haciendo eterna...

Admiración

Admiro a los músicos que tocan el acordeón a la salida del metro desde las 7 de la mañana. Admiro a los violinistas que interpretan las Cuatro Estaciones en zapatillas de estar por casa. Admiro a los niños pequeños que madrugar para ir cada día al colegio y pierden y recuperan varias veces la ilusión por entrar en clase en el corto trayecto que separa sus casas de su próximo destino. Admiro a las madres que creen que no se están sacrificando, pero lo hacen. Admiro a los vagabundos que buscan cualquier hueco en el portal de un cajero para acomodar la que será su cama hasta que les echen de allí. Admiro a la gente de campo, que conoce su tierra, que reniega de las ciudades. Admiro a la gente de ciudad, que busca belleza entre el asfalto y la encuentra en cada pequeño detalle. Admiro a los artistas porque han luchado por hacerse entender. Admiro a los optimistas por ver todo siempre de colores y a los optimistas porque son capaces de encontrar negatividad hasta en la alegría.

Admiro a los serios y a los locuaces. Admiro las letras, porque puedes jugar con ellas.

Sin ti, pero por supuesto contigo

Baja las escaleras mecánicas del metro oyendo al fondo la melodía de uno de esos cantautores que llenan de luz los pasillos de la estación de Alonso Martínez. A éste ya le ha escuchado varias veces y, sin embargo, parece que fuera la primera.

Sigue bajando pero decide pararse en uno de los escalones y dejar que la maquinaria le lleve solita hasta abajo, ahorrando energías y aprovechando para disfrutar de la canción.

Sabina está en todos los rincones. Todos se llenan...

Porque una casa sin ti es una oficina 
Un teléfono ardiendo en la cabina 
Una palmera en el museo de cera 
Un éxodo de oscuras golondrinas

Cierra los ojos y los acordes le recuerdan a él. Cómo le echa de menos en días como hoy, que sabe que está más lejos de lo habitual, pero que siente a su lado a cada rato.

Una sonrisa repentina le invade la cara. Porque le vienen a la mente todas las parejas viejas, todos los viejos que se quieren como adolescentes, que se querrán aunque ya no sigan aquí, aunque sólo se vean bajo el recuerdo de la almohada.

Los que empiezan a quererse, se quieren hoy y se querrán toda la vida.

Porque un amor así...Un amor así es por los que merece la pena enamorarse. Aunque sea una sola vez en la vida.