He sabido por la vecina del pueblo que has vuelto. Hace ya mucho tiempo que no nos vemos, que no sé de ti. El peso de los años ha borrado todos mis recuerdos, y el pasado se divierte trayéndome a la memoria retazos dispersos de lo que fuimos, de lo que nos reímos y de lo que llegamos a soñar, que por cierto, no es para nada parecido a lo que tenemos.
Trato de entender el porqué de tu regreso imaginando que tal vez me echabas de menos. Pero ni soy la razón de tu vuelta ni pretendo. Rompiste el trato. 50 años son 50, ni uno menos, ni uno más.
Yo sigo viviendo en la casa de las buganvillas, viendo cambiar todo desde la distancia. La panorámica sigue siendo la misma, pero la estampa no.
Tal vez volvamos a encontrarnos. Quizá nos veamos y no nos reconozcamos. Pero es mejor así.
Dejaré dicho a tu vecina que eres tú quien se fue y has de ser tú quien vuelva a buscarme. Y dentro de 50 años esta nota será la señal de que el tiempo puede recogerse en cuatro líneas mal escritas. Aunque solamente sea para encerrar reproches. Los que mereces.
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