El pequeño mundo de Martha

El día se entristece si Martha no sonríe. Es curioso ver cómo convierte en mágica cada cosa que toca, cómo tras varias pompas de jabón puede cambiar su visión del mundo. De ese pequeño mundo formado por pocos elementos.

Sus ojos hoy lo dicen todo: el pequeño Yorkshire de sus abuelos se ha convertido en su nuevo mejor amigo y está feliz. Feliz de poder indicarle que las hojas secas no se comen, que la pelota es para jugar, que juegue con ella y que siga corriendo y saltando junto a ella alrededor de la loseta roja del patio de la casa de verano.

Martha corretea en círculos enseñando un lazo rojo al pequeño Yorkshire. Ríe a carcajadas porque un cosquilleo intenso y continuo se ha posado en el suelo de su estómago...Lanza sin parar el lazo rojo hacia el cielo y mira a sus padres esperando alguna regañina por el escándalo que está formando a la hora de la siesta. Pero hoy sólo recibe sonrisas.

Martha ríe escandalosamente y con el escándalo ha conseguido despertar a los abuelos.

Es feliz con poquito y sus padres, que la miran como si se derritieran, no dejan de repetirse lo afortunados que son por estar criando un ángel. Porque atrás ya quedaron las preocupaciones, las miradas cómplices buscando soluciones y porqués. Y la respuesta no puede ser más tajante: un cromosoma de más, trisomía 21, ¿y qué?

Desde que Martha es Martha, el mundo de todos los de su alrededor es de colores y está hecho de la materia con que se forman las pompas de jabón y la risa. Y el aire se convierte en vapor de agua y en brisa con olor a melocotón. De ésa que hace cerrar los ojos y esperar a que cada chispa se pose y se reparta por el cuerpo como a pellizquitos.

Aún no lo saben, pero cuando Martha crezca será bilingüe y le dará miedo montar en avión. Continuará soñando con lazos rojos, con carcajadas y pompas y creerá que el mundo está lleno de amor, porque amor es lo único que tiene aprendido. Los años no pasarán por ella. En su cara continuará reflejándose la ilusión de ver todo por primera vez, como un niño pequeño, sin dejar que el paso del tiempo merme su capacidad de impresionarse.

Como un libro abierto, Martha hoy enseña cómo disfrutar. Mañana enseñará cómo no se pueden olvidar las cosas esenciales de la vida aunque el tiempo vaya dejando en todos recuerdos que a veces es preferible olvidar.

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