Después de tantos años

Google le arrojó un nuevo resultado a su búsqueda. De entre las 10.000 apariciones encontradas, allí volvía a estar ella. Tan seria, tan pelirroja, con esa mirada tan llena de vida, tan...ella.

Llevaba meses tecleando las mismas palabras en el buscador para poder encontrarla. Y aunque la primera vez fue por pura casualidad, había de reconocer que las sucesivas, habían sido totalmente premeditadas.

Aún recordaba cómo, la primera vez que vio su foto parpadear en la pantalla del ordenador, un escalofrío recorrió su cuerpo. Sus recuerdos le llevaron a los años de internado, a los tiempos de pupitre, lapicero y goma de borrar. Años en en que la distancia entre ellos eran apenas un par de baldosas o tres.

Hoy les separa algo más.

Quién sabe, tal vez una llamada al teléfono que aparece de la empresa en la que se supone trabaja, le saque de dudas. ¿Le habrá cambiado mucho la voz?,¿seguirá dibujando las eses con el tono? ¡Qué caprichosa es la imaginación! No tiene remedio, está seguro de que seguirá siendo perfecta.

Medio día y cinco búsquedas después, se decide a marcar y pregunta por ella.

La música de espera le impacienta. No te pongas nervioso, se dice, mientras siente que no puede parar de mover los pies y de repiquetear los dedos de la mano izquierda contra la mesa.

- ¿Hola? - responde una voz al otro lado de la línea.

Sin duda sigue siendo tan...ella. Tiene la voz aterciopelada y el tono suave. Es ella. Google no miente. Es ella.

- Hola - le responde, no sin antes sentir que una palabra tan corta, de apenas cuatro letras, se le antoje tan complicada y le empuje al borde del tartamudeo.

- Seguramente no te acuerdes de mí, estudiamos juntos hace muchos años...

Y así, prosigue una conversación que apenas durará un par de minutos más y que le ha proporcionado una cita para tomar un café la semana que viene.

Él aún no lo sabe, pero ese día tropezará cuatro veces con el perchero de su recibidor antes de salir de casa, se equivocará de salida en el metro y el no encontrar a la primera la calle en la que han quedado, le obligará a utilizar la aplicación del 'Navegador' del móvil, avergonzado ante los transeúntes que lo ven sudar de angustia en pleno enero.

Tomarán ese café y se preguntará después por qué no la buscó antes. De ese modo, el encuentro hubiera sido más pronto.

"Ahora -se dirá- con tal de verla, la espera, ha merecido la pena".

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