Madrid es olor a cesped mojado en el parque en primavera; adoquines sueltos al pasar con prisas; socavón. Es cartel de "prohibido el paso. Obreros trabajando"; es metro, y luminosos anunciando que el siguiente, se retrasará "por incidencia en la línea".
Madrid es claxon; semáforo que se torna ámbar y coches que, en fila, esperan su turno para continuar la marcha.
Es gente, es mil razas, mil caras y mil identidades desconocidas. Es pasear por el rastro sorteando los puestecillos de Ribera de Curtidores; es organillo; bocadillo de calamares en la Plaza Mayor. Es patatas bravas y cerveza Mahou. Es el Mercado de San Miguel y sus coloridos escaparates repletos de hortalizas. Es Iglesia de San Nicolás y La Almudena vista de lejos desde un callejón.
Es Cortylandia y chocolate en San Ginés. Es churros y porras en el desayuno y patatas fritas a media tarde, cuando va cayendo el sol y las turbias aguas del Manzanares abrazan pequeños destellos plateados que lo hacen brillar.
Madrid es calor en verano y frío seco en invierno. Es prisas; perderse, plano en mano, por las tantas líneas del suburbano. Es risa. Es pradera de San Isidro, romería en Las Vistillas y traje de chulapa. Chotis. Zarzuela.
Es Museo de Prado en la línea 34 de autobús. Madrid es Retiro, y Casa de Campo. Es Zoológico. Ilusión de un niño que ve los delfines por primera vez. Madrid es Feria del Libro y la ilusión de una dedicatoria en la hoja en blanco que precede al prólogo.
Es Gran Vía; Plaza de la Villa y Campanadas en Sol, que resuenan a través de millones de televisores cuando lo que vibra, en realidad, es la emoción de la gente por sumar un año más a su haber.
Pero también es Sierra, río, campo, camino, Denominación de Orogen. Aunque dispersa, Madrid es raíz, es Historia e identidad por encima de la impersonalidad con la que tratan de embadurnarla algunos..
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