Madurar o entrar en crisis

Hace poco leí que aunque estamos en una época de crisis, vivimos en crisis. Está tan patente en nuestra realidad esta palabra que casi la hemos asumido con total naturalidad y la empleamos para casi todo. 

Si estamos tristes: es que estamos en crisis; si discutimos con nuestra pareja: puede que estemos en crisis; si nuestra cartera ve últimamente escasez de monedas: cosa de la crisis...

¿Cuándo hemos dejado de valorar el mundo desde la perspectiva de las personas y no desde la perspectiva de lo que sugiere la palabra crisis?

Llegada a una edad, me pregunto si la necesidad de tener una crisis reiteradas veces a lo largo de la vida, no es señal de que estás madurando. A veces hasta a marchas forzadas. Me pregunto si cuestionarse las cosas de diferente manera a como lo habías hecho hasta ahora, no es sino, señal de que estás pasando por una crisis (entendida como cambio u oportunidad, pues toda crisis trae consigo nuevos vientos y, por lo tanto, nuevas realidades que hay que afrontar).

Y en esa maduración estamos...Preguntándonos si el momento en el que una quedada con tus amigos de siempre, con tus primeros amigos, con los que has disfrutado niñez y adolescencia, se convierte en una excusa para hablar de asuntos serios (mudanzas, cambios de trabajo, hijos...).

Preguntándonos cuándo cambiamos los chascarrillos sin sentido por temas serios, ¿fue en ese momento en que decidimos inconscientemente hacernos mayores?, ¿estamos en crisis? Y si lo estamos realmente, ¿dónde está la oportunidad? 

Hacerse mayor, dejar de ser joven, ¿cuándo sucede?, ¿está estipulado o se trata simplemente de una cuestión de instinto y de presentimiento?

Presiento...presiento...que no sólo se trata de poder hacerse preguntas. Que alguien madura y se hace mayor cuando es capaz de preguntarse qué es lo que ha de tener en cuenta de lo ya vivido para seguir viviendo. Y aún así, la madurez no va implícita a la edad. Llega cuando llega. Y sobre todo, cuando uno es capaz de seguir haciéndose preguntas, y es consciente de que va a tardar en encontrarles respuesta. Una respuesta que es posible que ni siquiera nos guste. 

Decidimos marchar, cambiar de aires, darle cambios a nuestra vida...pero no nos planteamos nunca que quizá, sobre nuestro centro de gravedad, es donde deberíamos colocar las ansias por encontrar respuestas. Al fin y al cabo, si cambiamos de ciudad, de ambiente o hasta de país, va a ser ese centro de gravedad el que nos marque quiénes somos y hacia dónde debemos seguir dirigiendo nuestros pasos. 

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